La siembra de semillas es la labor que divide a los horticultores expertos de los novatos. No obstante, normalmente no es una tarea tan complicada como los expertos aseguran, y lo que es mejor, no se necesitan demasiados utensilios.
Si se siembra en interior, un propagador de calor ayudará a que las semillas germinen antes y a que las plantas crezcan a mayor velocidad, sin embargo, éstas deben aprender a vivir sin él y a acostumbrarse al clima tal cual es, por lo que si las plantas han sido cultivadas con pocas atenciones, tendrán menos dificultad para adaptarse.
Cuanto más separadas hayan sido sembradas las semillas, más fuertes estarán las plantas para el trasplante. Las condiciones de los invernaderos son excelentes para sembrar, pero también es posible sembrar muchas cosas en un alféizar luminoso y cálido.
Siembra en recipientes:
Nuestras primeras siembras se harán en una maceta de plástico con unos 12 centímetros de diámetro (es importante que la maceta esté limpia). Es preferible guardar las bandejas para trasplantar más adelante. Llenaremos la maceta de sustrato y lo presionaremos suavemente (si se hace en una bandeja, presionaremos con un trozo de madera, y si se hace en una maceta, podemos presionar el sustrato con la base de otra maceta). Una vez hecho, esparciremos las semillas sobre la superficie del sustrato con la mayor separación entre sí posible (puesto que cuanto más separadas estén, mayores probabilidades existirán de que las plántulas salgan sanas y con los tallos vigorosos). Cada jardinero tiene su propia forma de hacerlo, los hay que van cogiendo las semillas y las van colocando cuidadosamente, mientras que otros más expertos lo hacen directamente de la bolsa.
Una vez esparcidas las semillas, las cubriremos con una fina capa de compuesto (o de vermiculita, puesto que a algunos horticultores les parece mejor y más sencilla de utilizar como cubierta para semillas). La vermiculita es un mineral ligero, semejante a la mica, que conserva la humedad, pero su inconveniente es que se consume rápidamente. La perlita, que se compone de gránulos dilatados de minerales, tiene las mismas cualidades. Si utilizamos vermiculita, no tenemos porque preocuparnos del grosor exacto de la capa, lo haremos del mismo modo que lo haríamos si fuese compuesto.
Regaremos abundantemente con la ayuda de una regadera de agujeros pequeños antes de tapar la maceta con un plástico o con una lámina de cristal para evitar que el compuesto se seque. Si dispones de un propagador como el de la imagen, podemos poner las macetas en el interior. Este utensilio puede usarse para germinar semillas y también para proteger las plántulas que se han trasplantado, y además presenta la ventaja de ocupar poco espacio y, por lo tanto, caber tranquilamente en el alféizar de la ventana de nuestra casa.
Cuando las semillas ya hayan germinado, procederemos a retirar la tapa de la maceta. Debemos mantener húmedo el sustrato, pero no saturado, y girar las macetas a menudo, puesto que las plántulas se inclinan hacia la dirección de la luz.
Es posible que las plántulas cultivadas en interior se pudran. Cuando sucede esto, los tallos se caen desde la base y en ocasiones todas las plántulas de una misma maceta están afectadas. Ésto suele darse debido a un riego excesivo, pero también es posible que se deba a la utilización de sustrato viejo en macetas sucias.
Las semillas de gran tamaño, como es el caso de las de los pepinos y los melones, pueden sembrarse en macetas individuales de 7 centímetros, poniendo 1 o 2 semillas en el borde de la maceta. Si sembramos 2, quitaremos la plántula más débil cuando hayan germinado. Las semillas que han sido sembradas de este modo pueden quedarse en las macetas hasta que sean trasplantadas al exterior.
El trasplante de las plantas:
Las plántulas cultivadas todas en una maceta de 12 centímetros deben ser trasplantadas tarde o temprano, lo que significa que deben ser plantadas en un lugar nuevo. Cuando crecen todas juntas, dado que lo hacen en la primera maceta, las plántulas desarrollan muchos tallos y se caen con cualquier pequeña perturbación.
Cuando tengamos algo de tiempo libre, llenaremos de compuesto unas bandejas grandes, y apretaremos la superficie suavemente; después haremos varios agujeros con el dedo índice de la mano, seis a lo largo y cuatro a lo ancho. Sacaremos cuidadosamente varias plántulas de la maceta al mismo tiempo con la ayuda de un palo de piruleta o algo parecido, las cogeremos una a una por sus hojas inferiores y las dejaremos caer en los agujeros que hemos hecho en el sustrato. En este proceso, las plantas son muy sensibles, por lo tanto, debemos tener mucho tacto; si cogemos la planta por el tallo, es muy probable que se dañe, por lo que es preferible hacerlo por los cotiledones. Debemos plantarlas profundamente para que el primer par de hojas quede en la superficie del sustrato y presionaremos con suavidad. Una vez plantada toda la bandeja, la regaremos bien con una regadera de agujeros pequeños.
Las plántulas de tomateras que han pasado la primera etapa de sus vidas en una maceta de 12 centímetros deben ser trasplantadas a macetas individuales de 7 centímetros, poniendo una planta por cada maceta. Llenaremos de compuesto las macetas pequeñas y haremos un agujero en el centro con el dedo índice de la mano, poniendo ahí la plántula (a una profundidad mayor de la que estaba antes). Presionaremos un poco el sustrato que se encuentra en torno a la planta.
Las plantas que se debilitan al tocar sus raíces, como por ejemplo las coles chinas, pueden ser trasplantadas a módulos. Consisten en bandejas especiales separadas en pequeños compartimentos. Podemos elaborarlas nosotros mismos con hueveras de cartón. Debemos sembrar las semillas en la tapa y trasplantar las plántulas a cada uno de los compartimentos. El beneficio que nos proporcionan los módulos es que las raíces no se tienen que pelear entre ellas para obtener los nutrientes, y que además sufren menos perturbaciones al ser trasplantadas. También es posible sembrar 2 o 3 semillas directamente en los módulos y aclararlas una vez hayan germinado.
Fortalecimiento:
Es necesario que el sustrato de los módulos o de la cubeta donde hemos trasplantado las plantas contengan los nutrientes necesarios para que las plántulas puedan vivir hasta ser trasplantadas al exterior, en general a finales de la primavera. El riego, igual que el fortalecimiento de las plantas, es súmamente importante.
El fortalecimiento consiste en aclimatar las plantas para prepararse al mundo real. Es un proceso que debe realizarse cuidadosamente, sacando al exterior las bandejas los días cálidos y volviéndolas a entrar por la noche, hasta que las plantas se hayan acostumbrado lo suficiente como para ser plantadas al aire libre.
Cuando las plantas se encuentran en interior, podemos impulsar su fortalecimiento si reproducimos el efecto del viento pasándoles el borde de una carta por encima. Es recomendable realizar esta técnica durante 1 minuto diario, alternando las direcciones en que simulamos el aire. Esto no quita que luego tengamos que aclimatarlas paulatinamente a las bajas temperaturas del exterior de todos modos.
Si deseamos cultivar plantas como pepinos o melones en invernadero, no requerirán fortalecimiento, puesto que estarán toda su vida en un sitio cálido y protegido.
Trasplante:
Plantar al exterior hortalizas, como las tomateras o los calabacines, que hemos estado cultivando en macetas a cubierto, normalmente no es tan complicado para una planta que cuando son trasplantadas desde un surco o un semillero al aire libre. Sacaremos la planta de la maceta con especial cuidado, vigilando no molestar las raíces y regándolas bien, de este modo es muy probable que no haya muchas complicaciones. Haremos un agujero en el suelo lo suficientemente grande como para que la planta se encuentre a mayor profundidad que cuando se encontraba en la maceta. Generalmente, cuanto antes sean trasplantadas las plantitas a su posición definitiva, mejor.
Trasplantaremos las lechugas cuando tengan más o menos 4 hojas, y las coles y otros ejemplares de Brassica una vez alcancen los 10 centímetros de altura.
Si se siembra en interior, un propagador de calor ayudará a que las semillas germinen antes y a que las plantas crezcan a mayor velocidad, sin embargo, éstas deben aprender a vivir sin él y a acostumbrarse al clima tal cual es, por lo que si las plantas han sido cultivadas con pocas atenciones, tendrán menos dificultad para adaptarse.
Cuanto más separadas hayan sido sembradas las semillas, más fuertes estarán las plantas para el trasplante. Las condiciones de los invernaderos son excelentes para sembrar, pero también es posible sembrar muchas cosas en un alféizar luminoso y cálido.
Siembra en recipientes:
Nuestras primeras siembras se harán en una maceta de plástico con unos 12 centímetros de diámetro (es importante que la maceta esté limpia). Es preferible guardar las bandejas para trasplantar más adelante. Llenaremos la maceta de sustrato y lo presionaremos suavemente (si se hace en una bandeja, presionaremos con un trozo de madera, y si se hace en una maceta, podemos presionar el sustrato con la base de otra maceta). Una vez hecho, esparciremos las semillas sobre la superficie del sustrato con la mayor separación entre sí posible (puesto que cuanto más separadas estén, mayores probabilidades existirán de que las plántulas salgan sanas y con los tallos vigorosos). Cada jardinero tiene su propia forma de hacerlo, los hay que van cogiendo las semillas y las van colocando cuidadosamente, mientras que otros más expertos lo hacen directamente de la bolsa.
Una vez esparcidas las semillas, las cubriremos con una fina capa de compuesto (o de vermiculita, puesto que a algunos horticultores les parece mejor y más sencilla de utilizar como cubierta para semillas). La vermiculita es un mineral ligero, semejante a la mica, que conserva la humedad, pero su inconveniente es que se consume rápidamente. La perlita, que se compone de gránulos dilatados de minerales, tiene las mismas cualidades. Si utilizamos vermiculita, no tenemos porque preocuparnos del grosor exacto de la capa, lo haremos del mismo modo que lo haríamos si fuese compuesto.
Regaremos abundantemente con la ayuda de una regadera de agujeros pequeños antes de tapar la maceta con un plástico o con una lámina de cristal para evitar que el compuesto se seque. Si dispones de un propagador como el de la imagen, podemos poner las macetas en el interior. Este utensilio puede usarse para germinar semillas y también para proteger las plántulas que se han trasplantado, y además presenta la ventaja de ocupar poco espacio y, por lo tanto, caber tranquilamente en el alféizar de la ventana de nuestra casa.
Cuando las semillas ya hayan germinado, procederemos a retirar la tapa de la maceta. Debemos mantener húmedo el sustrato, pero no saturado, y girar las macetas a menudo, puesto que las plántulas se inclinan hacia la dirección de la luz.
Es posible que las plántulas cultivadas en interior se pudran. Cuando sucede esto, los tallos se caen desde la base y en ocasiones todas las plántulas de una misma maceta están afectadas. Ésto suele darse debido a un riego excesivo, pero también es posible que se deba a la utilización de sustrato viejo en macetas sucias.
Las semillas de gran tamaño, como es el caso de las de los pepinos y los melones, pueden sembrarse en macetas individuales de 7 centímetros, poniendo 1 o 2 semillas en el borde de la maceta. Si sembramos 2, quitaremos la plántula más débil cuando hayan germinado. Las semillas que han sido sembradas de este modo pueden quedarse en las macetas hasta que sean trasplantadas al exterior.
El trasplante de las plantas:
Las plántulas cultivadas todas en una maceta de 12 centímetros deben ser trasplantadas tarde o temprano, lo que significa que deben ser plantadas en un lugar nuevo. Cuando crecen todas juntas, dado que lo hacen en la primera maceta, las plántulas desarrollan muchos tallos y se caen con cualquier pequeña perturbación.
Cuando tengamos algo de tiempo libre, llenaremos de compuesto unas bandejas grandes, y apretaremos la superficie suavemente; después haremos varios agujeros con el dedo índice de la mano, seis a lo largo y cuatro a lo ancho. Sacaremos cuidadosamente varias plántulas de la maceta al mismo tiempo con la ayuda de un palo de piruleta o algo parecido, las cogeremos una a una por sus hojas inferiores y las dejaremos caer en los agujeros que hemos hecho en el sustrato. En este proceso, las plantas son muy sensibles, por lo tanto, debemos tener mucho tacto; si cogemos la planta por el tallo, es muy probable que se dañe, por lo que es preferible hacerlo por los cotiledones. Debemos plantarlas profundamente para que el primer par de hojas quede en la superficie del sustrato y presionaremos con suavidad. Una vez plantada toda la bandeja, la regaremos bien con una regadera de agujeros pequeños.
Las plántulas de tomateras que han pasado la primera etapa de sus vidas en una maceta de 12 centímetros deben ser trasplantadas a macetas individuales de 7 centímetros, poniendo una planta por cada maceta. Llenaremos de compuesto las macetas pequeñas y haremos un agujero en el centro con el dedo índice de la mano, poniendo ahí la plántula (a una profundidad mayor de la que estaba antes). Presionaremos un poco el sustrato que se encuentra en torno a la planta.
Las plantas que se debilitan al tocar sus raíces, como por ejemplo las coles chinas, pueden ser trasplantadas a módulos. Consisten en bandejas especiales separadas en pequeños compartimentos. Podemos elaborarlas nosotros mismos con hueveras de cartón. Debemos sembrar las semillas en la tapa y trasplantar las plántulas a cada uno de los compartimentos. El beneficio que nos proporcionan los módulos es que las raíces no se tienen que pelear entre ellas para obtener los nutrientes, y que además sufren menos perturbaciones al ser trasplantadas. También es posible sembrar 2 o 3 semillas directamente en los módulos y aclararlas una vez hayan germinado.
Fortalecimiento:
Es necesario que el sustrato de los módulos o de la cubeta donde hemos trasplantado las plantas contengan los nutrientes necesarios para que las plántulas puedan vivir hasta ser trasplantadas al exterior, en general a finales de la primavera. El riego, igual que el fortalecimiento de las plantas, es súmamente importante.
El fortalecimiento consiste en aclimatar las plantas para prepararse al mundo real. Es un proceso que debe realizarse cuidadosamente, sacando al exterior las bandejas los días cálidos y volviéndolas a entrar por la noche, hasta que las plantas se hayan acostumbrado lo suficiente como para ser plantadas al aire libre.
Cuando las plantas se encuentran en interior, podemos impulsar su fortalecimiento si reproducimos el efecto del viento pasándoles el borde de una carta por encima. Es recomendable realizar esta técnica durante 1 minuto diario, alternando las direcciones en que simulamos el aire. Esto no quita que luego tengamos que aclimatarlas paulatinamente a las bajas temperaturas del exterior de todos modos.
Si deseamos cultivar plantas como pepinos o melones en invernadero, no requerirán fortalecimiento, puesto que estarán toda su vida en un sitio cálido y protegido.
Trasplante:
Plantar al exterior hortalizas, como las tomateras o los calabacines, que hemos estado cultivando en macetas a cubierto, normalmente no es tan complicado para una planta que cuando son trasplantadas desde un surco o un semillero al aire libre. Sacaremos la planta de la maceta con especial cuidado, vigilando no molestar las raíces y regándolas bien, de este modo es muy probable que no haya muchas complicaciones. Haremos un agujero en el suelo lo suficientemente grande como para que la planta se encuentre a mayor profundidad que cuando se encontraba en la maceta. Generalmente, cuanto antes sean trasplantadas las plantitas a su posición definitiva, mejor.
Trasplantaremos las lechugas cuando tengan más o menos 4 hojas, y las coles y otros ejemplares de Brassica una vez alcancen los 10 centímetros de altura.