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Multiplicar plantas es una labor que puede volverse una afición, puesto que existen pocos placeres comparables al de ver nuestro primer esqueje convertido en una planta adulta.
En los huertos, los esquejes normalmente son de arbustos de bayas, como es el caso de la grosella espinosa, la grosella negra y los arándanos. Posteriormente, es posible que te interese multiplicar las higueras. Las frutas como las frambuesas americanas y las moras no piden tantos esfuerzos, puesto que cuando la punta de un tallo toca la tierra, brota una planta nueva. Varias de las plantas arbustivas comenzarán a dar raíces adicionales si se les aporca la tierra alrededor del tallo, método conocido como acodadura.
Generalmente, las hortalizas son cultivadas mediante semillas, pero la alcachofa y el ruibarbo son plantas perennes y producen vástagos por la parte exterior de la planta. Todo lo necesario es un utensilio para separar el vástago de la planta. La división es uno de los métodos más sencillos para aumentar el número de plantas.
La división del ruibarbo:
El ruibarbo es la hortaliza más dividida. Antes de coger la laya deberemos esperar hasta que las hojas se marchiten en otoño. Una vez las hojas se hayan muerto en otoño, levantaremos la planta o retiraremos un poco de tierra para exponer las yemas. Entonces pasaremos una laya entre ellas y confirmaremos de que cada parte tiene una yema buena. Después volveremos a plantar estas partes en un sitio nuevo, dejando una separación de 1 metro entre sí. Las pondremos de modo que las yemas sobresalgan un poco del suelo. Si es necesario, replantaremos la planta madre.
La división de las alcachofas:
Las alcachoferas deben ser reemplazadas a menudo puesto que las plantas viejas suelen hacerse leñosas y a volverse inútiles. Cuando en primavera las alcachofas comienzan a crecer, producen una serie de vástagos en torno a la corona leñosa, que consisten en un penacho de hojas que salen del mismo punto.
Procederemos a cortar el vástago con una hoja afilada; es posible que tenga embriones de raíces (en caso de no tenerlos, les saldrán enseguida). Plantaremos el vástago en la tierra, enterrándolo solamente lo necesario para que se mantenga derecho, y lo regaremos frecuentemente. Las hojas exteriores morirán, no obstante, la planta se renovará rápidamente. Deberemos dejar un espacio de 1,2 metros entre los vástagos recién plantados.
La multiplicación de los arbustos de bayas por esquejes:
Para multiplicar groselleros de espinos y otros groselleros, necesitaremos una pequeña parcelita de tierra libre donde podamos alinear los esquejes durante un año. Los groselleros rojos se multiplicarán cortando esquejes de madera de troncos vigorosos, limpios y bien maduros, a mediados del otoño (ver siguiente apartado “esquejes de madera”).
Quitaremos las yemas inferiores, las cuales normalmente producen los brotes, puesto que estos arbustos son cultivados con un tallo principal corto. Si se trata de un grosellero negro, el procedimiento es algo distinto. Este arbusto se renueva de forma constante produciendo tallos por debajo del nivel del suelo. Cogeremos esquejes de madera con una longitud de 20 a 25 centímetros en otoño, y dejaremos todas las yemas intactas. Enterraremos el esqueje de modo que solamente queden 2 yemas por encima del suelo. Con suerte, de cada yema enterrada crecerá un brote, y cuando las desenterremos el otoño siguiente tendrá 3 o 4 tallos buenos.
Esquejes de madera:
En otoño cortaremos esquejes de madera dura de 30-38 centímetros. Cuando se trata de groselleros de espino, blancos y rojos, quitaremos todas las yemas menos las cuatro o cinco superiores y pondremos los esquejes a una profundidad de 15 centímetros, en una hendidura estrecha de tierra.
Los esquejes habrán echado raíces al otoño siguiente. Cogeremos cuidadosamente las nuevas plantas y las trasplantaremos a una parcela nueva. Las raíces se secan rápidamente los días de viento, por lo que las protegeremos con una bolsa de plástico si fuese necesario.
La multiplicación de las higueras por esquejes:
Las higueras necesitan más tiempo para asentarse. Para los esquejes, cortaremos trozos de 30 centímetros de madera bien madura (no del extremo que crece) y los enterraremos hasta la mitad de un suelo bien drenado, en un sitio soleado y bien resguardado. Pasados dos años, trasplantaremos los nuevos árboles jóvenes a su emplazamiento definitivo.
La multiplicación de los arándanos por esquejes:
Los arándanos se multiplican mediante esquejes de madera blanda, los cuales deben ser cortados a comienzos del verano de los extremos de los tallos. Elegiremos las ramas de crecimiento de una longitud de 10 a 20 centímetros y les quitaremos todas las hojas menos las 3 superiores. Pondremos cada esqueje en una maceta de 7 centímetros de sustrato arenoso, ácido y ericáceo. Los regaremos y cubriremos los tiestos con polietileno, o bien los pondremos en un propagador a 18 ºC. Echarán raíces al cabo de 3 a 6 semanas. Una vez comiencen a crecer los esquejes, los fortaleceremos y trasplantaremos a macetas de mayor tamaño de sustrato sin cal. En otoño los plantaremos al exterior.
Multiplicación de frutales de caña por acodadura:
Las frambuesas americanas, las moras y otros híbridos de bayas son sencillamente multiplicados mediante acodaduras de despunte (ver siguiente apartado “Acodadura de despunte de híbridos de bayas”).
Acodadura de despunte de híbridos de bayas:
Si deseamos multiplicar zarzamoras, zarzas de Logan y otros híbridos de bayas, procederemos a enterrar la punta de un tallo en el suelo, a una profundidad de 10 a 12 centímetros. Es mejor si se hace en verano.
Pasadas pocas semanas, saldrá un tallo nuevo, y en otoño o a comienzos del invierno podremos separar la nueva planta de la planta madre y plantarla en su nuevo emplazamiento. Si vemos que es necesario, la plantaremos en una maceta y la trasplantaremos más tarde.
La multiplicación de las matas mediante acodaduras aporcadas:
Muchas matas aromáticas, como por ejemplo el tomillo, la salvia y el romero, pueden ser multiplicadas a partir de acodaduras aporcadas (ver en el siguiente apartado el ejemplo de la acodadura aporcada de un tomillo). En primavera apilaremos alrededor de la base de la planta tierra que drene bien. Si el suelo es pegajoso, lo mezclaremos con arena o compuesto. Si lo vemos necesario, pondremos tierra nueva en el montículo a lo largo del verano. Este método impulsa el desarrollo de las raíces nuevas en las ramas cubiertas por la tierra. Otras plantas que también pueden ser reproducidas mediante acodaduras aporcadas son la lavanda, el hisopo, la ajedrea y el abrótano.
La acodadura aporcada de un tomillo:
Apilaremos tierra que drene bien alrededor de la base en primavera, dejando sólo el extremo superior sin cubrir. Añadiremos más tierra en verano si es necesario.
A finales del verano o en otoño habrán crecido nuevas raíces en los tallos. Cuidadosamente, retiraremos la tierra y cortaremos las ramas que han dado raíz para plantarlas en una parcela preparada.
La multiplicación de las fresoneras a partir de estolones:
La reproducción de fresoneras mediante estolones consiste en escoger varios de los estolones que crecen de las plantas y dejar que echen raíces en el suelo.
Después, arrancaremos muy cuidadosamente los vástagos con raíces y los separaremos de la planta madre con la ayuda de una horquilla. Procederemos a trasplantar estas nuevas plantas en una porción de terreno nuevo que haya sido bien cavada y bien estercolada.
A lo largo de todo el verano, las plantas adultas producen tallos largos, los cuales producen unos pequeños brotes en cuanto encuentran algo de tierra libre. Estos pequeños brotes se convierten rápidamente en una planta nueva.
Si acabamos de plantar una fresonera, debemos cortar los vástagos los 3 primeros años, puesto que las plantas deben estar concentradas para producir frutos. No obstante, tras 3 años, las plantas pierden fuerza y entonces debemos dejar los vástagos necesarios para que produzcan nuevas plantas. Existe una forma de cultivo más fácil y menos laboriosa, que aunque sea una forma vaga de trabajar, funciona: consiste en dejar que los estolones echen raíces allá donde ellos quieran, También existe otro método de hacerlo, que se basa en enterrar en la tierra macetas de 7 centímetros y plantar un vástago en cada una de ellas. Si utilizamos cualquiera de estas dos técnicas, deberemos separar, a comienzos del otoño, las plantas jóvenes de sus vástagos para plantarlas en una nueva parcela con tierra bien abonada. Procederemos a eliminar las plantas viejas.
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En los huertos, los esquejes normalmente son de arbustos de bayas, como es el caso de la grosella espinosa, la grosella negra y los arándanos. Posteriormente, es posible que te interese multiplicar las higueras. Las frutas como las frambuesas americanas y las moras no piden tantos esfuerzos, puesto que cuando la punta de un tallo toca la tierra, brota una planta nueva. Varias de las plantas arbustivas comenzarán a dar raíces adicionales si se les aporca la tierra alrededor del tallo, método conocido como acodadura.
Generalmente, las hortalizas son cultivadas mediante semillas, pero la alcachofa y el ruibarbo son plantas perennes y producen vástagos por la parte exterior de la planta. Todo lo necesario es un utensilio para separar el vástago de la planta. La división es uno de los métodos más sencillos para aumentar el número de plantas.
La división del ruibarbo:
El ruibarbo es la hortaliza más dividida. Antes de coger la laya deberemos esperar hasta que las hojas se marchiten en otoño. Una vez las hojas se hayan muerto en otoño, levantaremos la planta o retiraremos un poco de tierra para exponer las yemas. Entonces pasaremos una laya entre ellas y confirmaremos de que cada parte tiene una yema buena. Después volveremos a plantar estas partes en un sitio nuevo, dejando una separación de 1 metro entre sí. Las pondremos de modo que las yemas sobresalgan un poco del suelo. Si es necesario, replantaremos la planta madre.
La división de las alcachofas:
Las alcachoferas deben ser reemplazadas a menudo puesto que las plantas viejas suelen hacerse leñosas y a volverse inútiles. Cuando en primavera las alcachofas comienzan a crecer, producen una serie de vástagos en torno a la corona leñosa, que consisten en un penacho de hojas que salen del mismo punto.
Procederemos a cortar el vástago con una hoja afilada; es posible que tenga embriones de raíces (en caso de no tenerlos, les saldrán enseguida). Plantaremos el vástago en la tierra, enterrándolo solamente lo necesario para que se mantenga derecho, y lo regaremos frecuentemente. Las hojas exteriores morirán, no obstante, la planta se renovará rápidamente. Deberemos dejar un espacio de 1,2 metros entre los vástagos recién plantados.
La multiplicación de los arbustos de bayas por esquejes:
Para multiplicar groselleros de espinos y otros groselleros, necesitaremos una pequeña parcelita de tierra libre donde podamos alinear los esquejes durante un año. Los groselleros rojos se multiplicarán cortando esquejes de madera de troncos vigorosos, limpios y bien maduros, a mediados del otoño (ver siguiente apartado “esquejes de madera”).
Quitaremos las yemas inferiores, las cuales normalmente producen los brotes, puesto que estos arbustos son cultivados con un tallo principal corto. Si se trata de un grosellero negro, el procedimiento es algo distinto. Este arbusto se renueva de forma constante produciendo tallos por debajo del nivel del suelo. Cogeremos esquejes de madera con una longitud de 20 a 25 centímetros en otoño, y dejaremos todas las yemas intactas. Enterraremos el esqueje de modo que solamente queden 2 yemas por encima del suelo. Con suerte, de cada yema enterrada crecerá un brote, y cuando las desenterremos el otoño siguiente tendrá 3 o 4 tallos buenos.
Esquejes de madera:
En otoño cortaremos esquejes de madera dura de 30-38 centímetros. Cuando se trata de groselleros de espino, blancos y rojos, quitaremos todas las yemas menos las cuatro o cinco superiores y pondremos los esquejes a una profundidad de 15 centímetros, en una hendidura estrecha de tierra.
Los esquejes habrán echado raíces al otoño siguiente. Cogeremos cuidadosamente las nuevas plantas y las trasplantaremos a una parcela nueva. Las raíces se secan rápidamente los días de viento, por lo que las protegeremos con una bolsa de plástico si fuese necesario.
La multiplicación de las higueras por esquejes:
Las higueras necesitan más tiempo para asentarse. Para los esquejes, cortaremos trozos de 30 centímetros de madera bien madura (no del extremo que crece) y los enterraremos hasta la mitad de un suelo bien drenado, en un sitio soleado y bien resguardado. Pasados dos años, trasplantaremos los nuevos árboles jóvenes a su emplazamiento definitivo.
La multiplicación de los arándanos por esquejes:
Los arándanos se multiplican mediante esquejes de madera blanda, los cuales deben ser cortados a comienzos del verano de los extremos de los tallos. Elegiremos las ramas de crecimiento de una longitud de 10 a 20 centímetros y les quitaremos todas las hojas menos las 3 superiores. Pondremos cada esqueje en una maceta de 7 centímetros de sustrato arenoso, ácido y ericáceo. Los regaremos y cubriremos los tiestos con polietileno, o bien los pondremos en un propagador a 18 ºC. Echarán raíces al cabo de 3 a 6 semanas. Una vez comiencen a crecer los esquejes, los fortaleceremos y trasplantaremos a macetas de mayor tamaño de sustrato sin cal. En otoño los plantaremos al exterior.
Multiplicación de frutales de caña por acodadura:
Las frambuesas americanas, las moras y otros híbridos de bayas son sencillamente multiplicados mediante acodaduras de despunte (ver siguiente apartado “Acodadura de despunte de híbridos de bayas”).
Acodadura de despunte de híbridos de bayas:
Si deseamos multiplicar zarzamoras, zarzas de Logan y otros híbridos de bayas, procederemos a enterrar la punta de un tallo en el suelo, a una profundidad de 10 a 12 centímetros. Es mejor si se hace en verano.
Pasadas pocas semanas, saldrá un tallo nuevo, y en otoño o a comienzos del invierno podremos separar la nueva planta de la planta madre y plantarla en su nuevo emplazamiento. Si vemos que es necesario, la plantaremos en una maceta y la trasplantaremos más tarde.
La multiplicación de las matas mediante acodaduras aporcadas:
Muchas matas aromáticas, como por ejemplo el tomillo, la salvia y el romero, pueden ser multiplicadas a partir de acodaduras aporcadas (ver en el siguiente apartado el ejemplo de la acodadura aporcada de un tomillo). En primavera apilaremos alrededor de la base de la planta tierra que drene bien. Si el suelo es pegajoso, lo mezclaremos con arena o compuesto. Si lo vemos necesario, pondremos tierra nueva en el montículo a lo largo del verano. Este método impulsa el desarrollo de las raíces nuevas en las ramas cubiertas por la tierra. Otras plantas que también pueden ser reproducidas mediante acodaduras aporcadas son la lavanda, el hisopo, la ajedrea y el abrótano.
La acodadura aporcada de un tomillo:
Apilaremos tierra que drene bien alrededor de la base en primavera, dejando sólo el extremo superior sin cubrir. Añadiremos más tierra en verano si es necesario.
A finales del verano o en otoño habrán crecido nuevas raíces en los tallos. Cuidadosamente, retiraremos la tierra y cortaremos las ramas que han dado raíz para plantarlas en una parcela preparada.
La multiplicación de las fresoneras a partir de estolones:
La reproducción de fresoneras mediante estolones consiste en escoger varios de los estolones que crecen de las plantas y dejar que echen raíces en el suelo.
Después, arrancaremos muy cuidadosamente los vástagos con raíces y los separaremos de la planta madre con la ayuda de una horquilla. Procederemos a trasplantar estas nuevas plantas en una porción de terreno nuevo que haya sido bien cavada y bien estercolada.
A lo largo de todo el verano, las plantas adultas producen tallos largos, los cuales producen unos pequeños brotes en cuanto encuentran algo de tierra libre. Estos pequeños brotes se convierten rápidamente en una planta nueva.
Si acabamos de plantar una fresonera, debemos cortar los vástagos los 3 primeros años, puesto que las plantas deben estar concentradas para producir frutos. No obstante, tras 3 años, las plantas pierden fuerza y entonces debemos dejar los vástagos necesarios para que produzcan nuevas plantas. Existe una forma de cultivo más fácil y menos laboriosa, que aunque sea una forma vaga de trabajar, funciona: consiste en dejar que los estolones echen raíces allá donde ellos quieran, También existe otro método de hacerlo, que se basa en enterrar en la tierra macetas de 7 centímetros y plantar un vástago en cada una de ellas. Si utilizamos cualquiera de estas dos técnicas, deberemos separar, a comienzos del otoño, las plantas jóvenes de sus vástagos para plantarlas en una nueva parcela con tierra bien abonada. Procederemos a eliminar las plantas viejas.